Alejandro La Luz Rivera sacó las llaves de su bolsillo, abrió el pesado portón y caminó lentamente subiendo por las escaleras exteriores hasta lo que solía ser un patio de azotea. Antes de María, este era el lugar favorito del hombre de 90 años. Ahora, sin electricidad, ya no es tan tranquilo aquí arriba, no tiene un generador, pero sus vecinos sí. Y el patio ya no está, fue destruido por el huracán y sus vientos.
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"Y lo hechomucho de menos", dijo La Luz. "Porque era el área en la que pasabamuchotiempo".
La Luz construyó esta casa con su esposa Cecilia. Se conocieron hace décadas vendiendo periódicos y vivieron juntos por casi 60 años, primero en Puerto Rico, luego por 10 años en tierra firme, y luego definitivamente aquí en Bayamon. Ella murió en 2009.
Luego del Huracán María, miles de puertorriqueños han dejado la isla. Pero muchos de los que lo han hecho han terminado regresando. La Luz es uno de los que no puede permanecer lejos.
Su familia estaba preocupada de que estuviera solo. Un par de semanas después de la tormenta, dejó la isla para quedarse con uno de sus hijos en Pennsylvania, lejos del hogar que él y su esposa habían construido juntos. Pero no fue por mucho. Luego de una corta visita, aun cuando estaba seguro y cómodo con su familia, La Luz decidió regresar a casa.
Ahora, vive solo. Se disculpó varias veces por la ausencia de muebles después de María. El refrigerador está abierto, vacío, porque no tiene electricidad. Él miró la tormenta desde su habitación, sus ventanas de rejillas se abrían, así que pudo ver a María destruir su patio.
"En un primer momento fue atemorizante. Pero, después de unas dos horas, me sentí seguro de que la casa era, ya sabes, muy fuerte. ... Pensé, voy a sobrevivir. Voy a superarlo. Y lo hice. Lo hice".
Una de las vecinas, Ana María Rivera, dijo que no estaba sorprendida de verlo.
"Yo me lo esperaba", dijo. "Porque él es así. Todos le dicen, ‘¿por qué no te quedas allá con tu hijo? Estarás mejor’. ‘No. Quiero estar aquí’. Bien. Así es él. A sus 90". ¿90? "90. A los 90 años de edad no va a cambiar".
La Luz tiene vecinos y familiares que lo cuidan. Él busca el desayuno en la cafetería de la calle. Una vez a la semana, conduce aproximadamente una hora para colocar flores en la tumba de su esposa Cecilia.
"Cuando estoy aquí, no estoy solo", dijo. Dice que su esposa está con él y la hecha mucho de menos. "Cecilia era mi vida. Cecilia era mi vida y yo no puedo alejarme de ella. Ella aún está aquí conmigo. Siento su presencia en todas las partes de la casa a las que voy.
La Luz no está seguro de si reconstruirá el área de la terraza que perdió. Pero, si lo haces, dijo que quisiera costearlo el mismo. La idea de pedir ayuda a FEMA lo desanima.
"Aún tenemos dos manos y dos piernas. Y una mente brillante", dijo La Luz. "Aún puedo moverme, trabajar un poco, y hacer las cosas por mí mismo. No tenemos que ir a rogarle a nadie".
Al final de la visita, La Luz se dirigió al motor de su minivan Alguien acababa de robar sus dos faros y era hora de repararlo.
Esta historia es parte de “The Island Next Door,” el proyecto de información de WNPR sobre Puerto Rico y Connecticut, después del Huracán María.